martes, 26 de enero de 2016

¿Moderno o Clásico? Esa es la cuestión.

Cuando estoy en una tienda departamental, sucede lo inevitable, termino en el área de electrónica y computación; sin darme cuenta estoy ensimismado, completamente enajenado admirando los nuevos diseños, las innovaciones, y en general todo lo actual en laptops, pantallas, celulares y todo lo relacionado con tecnología.

Casi nunca compro nada, pero en ocasiones salgo viendo mi celular sintiendo que no estoy en sintonía con lo que actualmente está en boga; me da cierta sensación de atraso, y una parte de mi desearía tener uno de esos celulares novedosos. 

En ocasiones también puedo salir pensando en el diseño ultra delgado de las laptops, la definición de su pantalla, la cantidad de memoria y el procesador de algún modelo en particular; o bien, quedar recordando la última consola que jugué (un anticuado Play Station 2), para posteriormente compararla con lo modernas que son ahora.

Pero bueno, tal cual rana René, inmediatamente vuelvo a mi realidad y se me pasa.

No obstante, hay algo que he observado y es que una de las particularidades del fenómeno de lo novedoso es que no tiene fin, puedes adquirir alguno de esos aparatos y al poco tiempo ¡se anuncia lo nuevo!

Aunque lo anterior puede aplicar a la ropa, el calzado, los cortes de cabello, los autos, y muchas cosas más, lo cierto es que en la actualidad es complicado no caer en la vorágine que representa la constante actualización y modernidad en todos los aspectos.

Pocos aprecian el valor de lo antiguo o lo previamente existente.

Es conocido el incidente entre Coca-Cola y Pepsi, quienes siempre han estado en una batalla por los consumidores, pero en la década de los ochenta, la pelea se intensificó a tal grado que Coca-Cola experimentó con un nuevo sabor que resultó en una catástrofe: la New Coke. La nueva bebida llegó al mercado el 23 de abril de 1985, fecha que será recordada como el día en que Coca-Cola tomó el riesgo más grande en la historia de los bienes de consumo.

La New Coke no fue del agrado de los consumidores, los clientes pedían que regresara el sabor original, algunos consumidores protestaron a las afueras de la compañía en Atlanta durante mayo de ese año y crearon la fundación Real Thing y Old Cola Drinkers of America que presionaba para que se regresara a la versión clásica.

Sólo dos meses después, la compañía anunció el regreso de la “vieja” Coca-Cola bajo el nombre Coca-Cola classic, una noticia que apareció en la portada de los periódicos más importantes de Estados Unidos.

Aunque son pocos los casos en lo que lo clásico o tradicional se mantiene, en la actualidad existe una tendencia generalizada a ver y oír siempre algo nuevo, y además todo tiene que ser producido con una rapidez acorde a los tiempos actuales, la consigna pudiera ser: “siempre algo nuevo, lo más rápido posible”.

Actualmente, pareciera anticuado querer tener una familia a la “antigua” o educación a la “antigua”. Lo que antes era desaprobado, hoy día tiene organizaciones enteras a favor. Lo que antes era aprobado como bueno, hoy tiene legislaciones en contra (por citar un ejemplo: la lectura de la Biblia en las escuelas de los EE.UU.) 

¡Ay de los que a lo malo llaman bueno; y a lo bueno, malo! Consideran las tinieblas como luz, y la luz como tinieblas. Consideran lo amargo como dulce, y lo dulce como amargo (Isaías 5:20)

Las iglesias no han estado exentas de todo ese vaivén, han “modernizado” la medida bíblica por una medida más flexible y actual, después de todo el argumento implícito pareciera ser: “un libro de más de dos mil años no puede seguir vigente después de tanto tiempo”. Han olvidado que las Escrituras contienen las respuestas absolutas para un mundo relativo. El ser humano cambiará una y otra vez sus estándares, Dios nunca lo hará. 

Hablar del legado y enseñanzas de John Wyclife, Martín Lutero, Juan Calvino, John Knox, John Bunyan, Jonathan Edwards, John Wesley, Charles Spurgeon, George Whitefield, D. L. Moody, Charles Finney, William Carey, Hudson Taylor, David Livingstone, entre muchos más, no resulta popular.

Hoy pareciera que la “moda religiosa” consiste en tener algo nuevo que decir, y además algo que nadie más haya dicho. Hablar de ciertos temas pareciera anticuado, o bien, sólo se cumple con hablar de ellos, pero inmediatamente se enfocan a la nueva perspectiva, aunque ello implique diluir el verdadero mensaje o torcer la Escritura para acomodarla a “su visión”. Los líderes buscan el afecto y el aplauso de la gente, quieren la aprobación de la sociedad y nunca comprometerán su posición por el evangelio.

Antes se manipulaba a las multitudes amenazando con el infierno, hoy prometiendo bienestar, pero en ambos casos, seleccionando únicamente lo que acomoda a sus fines.

Como en cualquier ecuación, se necesitan de dos o más factores para que esto ocurra: 

“Porque llegará el día en que (1) LA GENTE NO QUERRÁ ESCUCHAR LA BUENA ENSEÑANZA. Al contrario, (2) QUERRÁ OÍR ENSEÑANZAS DIFERENTES. Por eso (3) BUSCARÁ MAESTROS QUE LE DIGAN LO QUE QUIERE OÍR.  La gente no escuchará la verdadera enseñanza, sino que prestará atención a toda clase de cuentos.” (2ª. Timoteo 4:3-4, traducción lenguaje actual [TLA])
La comezón por escuchar algo nuevo no es de ahora, en Atenas (considerada cuna de la civilización), durante los primeros años del cristianismo, el apóstol Pablo se encontró disputando con algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección; y tomándole, le trajeron al Areópago (Asamblea), diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas? Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto. Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo. (Hechos 17:18-21).

Las cosas no han cambiado mucho, el interés de nuestra sociedad moderna, se centra nuevamente en decir o en oír algo nuevo, por eso el mismo apóstol Pablo, advirtió:

Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, les anunciara otro evangelio contrario al que les hemos anunciado, sea anatema (maldito). Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguien les anuncia un evangelio contrario al que recibieron, sea anatema. (Gálatas 1:8-9, Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy).
La cosa no es menor, desde un principio se ha tratado de agregar o disminuir al evangelio, en uno y otro caso resulta lo mismo: un evangelio diferente.


La advertencia es contundente: ni siquiera un ángel puede anunciar un evangelio diferente, todo está escrito y lo que Dios revela a sus hijos mediante predicaciones, sueños, visiones, profecía, nunca va a ser algo nuevo, sino algo que ya está dicho, algo que además resulta ser completamente acorde a toda la Escritura. 

El apóstol Pablo mismo vislumbró un escenario en que, aún de entre de ellos mismos, pudiera surgir enseñanzas nuevas que desviarían de la verdad. Hoy, las seducciones y falsas doctrinas están barriendo con tantos creyentes faltos de discernimiento, aceptando como verdades bíblicas  textos fuera de contexto. Multitudes de creyentes están siendo engañados, acribillados, estafados y arrastrados por doctrinas extrañas.

En la práctica, las iglesias parecen haber perdido el amor y la confianza en la Palabra de Dios; cada vez más, tratan la Biblia como un bocadillo de inspiración política, de psicología práctica y de consejos de autoayuda (casi nadie aceptará abiertamente haber dejado de lado la inefabilidad de las Escrituras). Tarde o temprano, al alejarse del sendero antiguo encontrarán que han errado el camino y se encuentran en una posición diametralmente opuesta a las doctrinas fundamentales de la fe. 

Al respecto, Jonathan Edwards citó en el año 1750, una frase que refleja lo que ocurre siglo tras siglo: 
“La gente tiene un cristianismo defectuoso porque está buscando en él, sus propios intereses, no los de Dios. Por esto, aceptan el cristianismo solo hasta donde piensan que puede servirles para sus intereses”.

Los avivamientos históricos (relacionados con los nombres citados en uno de los párrafos anteriores), han tenido como característica el volver a las doctrinas y verdades de la iglesia primitiva que de una u otra forma se habían desechado, habiéndola suplido por tradición, religiosidad o alejándose por completo de ellas. Fueron personas que preguntaron por el sendero antiguo y caminaron por ella (Jeremías 6:16). No son sinónimo de perfección, ni de una doctrina pura, perfecta y totalmente acabada, pensar eso sería un error semejante, lo cierto es que todos buscaron volver a la luz de las Escrituras.

John Owen escribió en 1676: 

Cuando un importante principio de la verdad del evangelio es abandonado y renunciado; cuando la obediencia evangélica es persistentemente descuidada; cuando los hombres empiezan a creer cosas distintas a las que son enseñadas en el evangelio y no viven conforme a él, entonces tenemos un caso de apostasía parcial del evangelio.
Muchos hombres son aptos para agradarse y pensar bien de sí mismos. Las iglesias son felices mientras que sus ceremonias externas y el orden del culto sean mantenidos, especialmente si esto les trae algunas ventajas seculares. El juicio de los cristianos acerca de sus iglesias es a menudo muy distinto del juicio de Cristo.
La iglesia de Laodicea se consideraba como “rica, enriquecida y sin necesidad de ninguna cosa”. Pero Cristo declaró que ellos ignoraban la condición verdadera de la iglesia. Ante sus ojos ellos eran “desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos”.
Este fue el juicio de aquel que es el “Amén y el testigo fiel y verdadero” (Apo.3:14-17).
Cristo pudiera bien decir de las iglesias de hoy, como Dios lo dijo de la iglesia bajo el Antiguo Testamento, “Y yo te planté de vid escogida, simiente verdadera toda ella: ¿cómo pues te me has tornado sarmientos de vid extraña?” (Jeremías 2:21). “¿Cómo te has tornado ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de juicio, en ella habitó equidad; mas ahora, homicidas. Tu plata se ha tornado escorias, tu vino mezclado está con agua” (Isaías 1:21-22).
Así en muchas iglesias hoy en día, la plata del evangelio ha llegado a ser escoria, y el vino puro adulterado con tradiciones y razonamientos humanos. Los hombres se cansan muy pronto de las verdades evangélicas y están muy prestos a cambiarlas por sus propias ideas e invenciones: “Si alguna gente ha mudado sus dioses, bien que ellos no son dioses. Pero mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha”. (Jeremías 2:11). 
Históricamente se ha caído en la tentación de modernizar el mensaje de Cristo, descuidando el evangelio y su simplicidad. En vez de enseñar la verdad,  se han abrazado y enseñado muchas cosas perversas y contrarias al evangelio que ha sido encomendado. No se han tratado los grandes misterios evangélicos con reverencia y temor piadoso, sino indiscriminadamente se agregan tradiciones, quitando o poniendo más allá de los preceptos bíblicos. Por un lado sostienen algunos de los principios fundamentales del cristianismo, y por otro corrompen y rebajan la pura y santa doctrina de Jesús y sus apóstoles, a través de especulaciones ingeniosas, prejuicios filosóficos y pre suposiciones, junto con exposiciones alegóricas de invención humana y por ideas u opiniones contrarias a la palabra de Dios. 

En ocasiones resulta complicado pretender retomar las sendas antiguas, so pena de ser tildados de anticuados (en el mejor de los casos), pero las verdades del evangelio no están para negociarse.

Desde luego hay que cuidarse del extremo opuesto: la religiosidad (de la cual hablaremos en otro tema). 

Como cité en alguna ocasión: No debemos permitir que ni la mayoría, el confort, la aceptación o el sistema preestablecido, sean más importantes para nosotros que la verdad. Es necesario tener seriedad en los asuntos espirituales y quitar los ojos de las cosas pasajeras. 

Seremos cristianos que aman al prójimo y aún al enemigo, pero daremos a Dios, lo que es de Dios. No intentaremos adaptarnos a los tiempos, viviremos un cristianismo lleno de gozo y alegría que supera con creces a cualquier situación actual y pasajera.

Por último, debemos tener cuidado con aquellos que menosprecian el sendero antiguo, que menosprecian el legado de otros que han estado en el Camino, que señalan de evangelio histórico o muerto a lo que se hizo en días pasados, que menosprecian la palabra profética más segura y únicamente hablan a los oídos hambrientos de escuchar algo que se amolde a sus deseos, a los de siempre quieren algo nuevo hoy, aquí y ahora, buscando siempre nuevas revelaciones que dan pie a cientos de movimientos que tienen una “nueva y fresca”  revelación, cuando en realidad lo único que se necesita es volver a la palabra de Dios con el poder del Espíritu Santo, ¡porque el evangelio es poder de Dios!  El cielo y la tierra pasarán pero sus palabras no pasarán (Mateo 24:35). Jesús le dijo a sus discípulos: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho.” (Juan 14:26). 

El Espíritu Santo nunca enseñará nada contrario al evangelio de Cristo: Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. (Juan 16:14). El apóstol Juan escribió: Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio. (1ª Juan 2:7) y el mandamiento nuevo dado por Jesús fue: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” (Juan 13:34) y cuando Juan exhorta con un nuevo mandamiento: “Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo” (1ª de Juan 2:8) tiene que ver con el amarnos unos a otros: “El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.” (1ª de Juan 2:9) e instruye algo que tiene relación directa con desear lo que el mundo ofrece en sus formas novedosas “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. (1ª Juan 2:15-17), así que no importa cuanto queramos justificar la adecuación del evangelio a la vanagloria de la vida, de intentar “inocentemente” hacerlo deseable a los ojos y de querer hacerlo agradable a nuestros sentidos; hay ciertas cosas que no dejan margen de maniobra, el evangelio no acepta ni adiciones ni supresiones. Seamos cristianos bíblicos, sin tradiciones ni especulaciones, presentando el mensaje de la cruz en todo su esplendor, sin filtrar nada del evangelio, ya que este no es actual... ES ETERNO.


martes, 19 de enero de 2016

El Monopolio de la fe.

El ser humano generalmente busca tener exclusividad, tiene un deseo marcado de ser el único, alega su derecho de dominio o influencia en determinada circunstancia.

Dentro de una nación, el Estado concede el derecho legal a un individuo, grupo o empresa para explotar con carácter exclusivo alguna industria o comercio. Bajo ese precepto legal, nadie más puede ejercer la actividad que ya ha sido autorizada para alguien en particular (en México la telefonía fue un monopolio empresarial).

También se puede dar el monopolio sin que medie un derecho legal, y esto puede ocurrir mediante el ejercicio exclusivo de una actividad, con el dominio o influencia consiguientes (los chamanes en algunas tribus); o bien, en una situación de mercado en la que la oferta de un producto se reduce a un solo vendedor (aquellos comerciantes que son los únicos en ofrecer un producto, quienes además pueden darse el lujo de establecer las condiciones de venta que deseen).

En el ámbito de las ideas o del pensamiento, se busca ejercer el dominio único respecto a lo que se debe pensar y lo que no, tal como sucedió en la Ex Unión Soviética y actualmente en Corea del Norte. Cada dictador ha ejercido un monopolio: Hitler, Hugo Chávez, Kim Jong-un, Stalin, Mussolini, y otros más que pudieran mencionarse, teniendo como característica común, el imponer por la fuerza sus ideas, además de que todo el poder recaía en ellos. Eran absolutos, nada de lo que no viniera de ellos tenía validez.

Desafortunadamente, esa misma intención ha permeado a la Iglesia con el pretexto de tener el Evangelio confiado a los creyentes, de ser los guardianes de la verdad, los heraldos del mensaje divino. Muchos se han desgastado por saber quién tiene el derecho de exclusividad, desean dejar en claro quienes se encuentran debidamente certificados y autorizados, generando una desacreditación de unos contra otros.

Esto no es nuevo, siempre ha sido ha sido así.

Los Judíos siempre habían tenido como motivo de orgullo considerarse hijos de Abraham, consideraban tener el derecho legal en cuestiones religiosas, pero Juan el Bautista les dijo que su denominación de origen, ser del linaje de sangre, no era lo importante, al decirles “y no piensen que pueden decirse a sí mismos: ‘Tenemos a Abraham por padre,’ porque les digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras.” (Mt. 3:8). En el mismo sentido, en una ocasión Jesús confrontaba a los Judíos: “Ellos Le contestaron: “Abraham es nuestro padre.” Jesús les dijo: “Si son hijos de Abraham, hagan las obras de Abraham.” (Jn. 8:39)

Los discípulos de Jesús, también estuvieron expuestos al deseo de querer tener exclusividad, de tener el monopolio del Evangelio, quisieron excluir a algunos que actuaban en nombre de Jesús, pero quienes no pertenecían al club, no estaban credencializados, no tenían licencia para predicar; ¿la razón? Que no estaban con ellos. 

Después de todo, la patente era de los discípulos, habían sido elegidos y designados directamente por el Maestro, caminaban con él, comían con él, conocían de primera mano sus enseñanzas, por tanto, pensaban que eran los únicos con facultades y atribuciones para hacerlo. “Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.” (Jn. 9:49-50)

Ya una vez establecida la Iglesia, en la ciudad de Corinto, volvió a surgir la disputa de quién tendría el verdadero sello de la enseñanza, o definir quién era la voz autorizada, se estaban inclinando de un lado u otro, generando únicamente división y discusión; lo cual no fue cosa menor ya que el apóstol Pablo, al tratar el asunto, repitió el tema en dos ocasiones, dejando en claro que lo importante no es el mensajero (Pablo, Apolos, Cefas [Pedro]), sino el mensaje.

“Porque he sido informado acerca de ustedes, hermanos míos, por los de Cloé, que hay discusiones entre ustedes. Me refiero a que cada uno de ustedes dice: “Yo soy de Pablo,” otro: “yo de Apolos,” otro: “yo de Cefas,” y otro: “yo de Cristo.” ¿Está dividido Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por ustedes? ¿O fueron bautizados en el nombre de Pablo? (1a de Corintios 1:11-12)

“Por que cuando uno dice: “Yo soy de Pablo,” y otro: “Yo soy de Apolos,” ¿no son como hombres del mundo? ¿Qué es, pues, Apolos? ¿Y qué es Pablo? Servidores mediante los cuales ustedes han creído, según el Señor dio oportunidad a cada uno. Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios, que da el crecimiento. (1a de Corintios 3:3-7)

Hoy las cosas no son diferentes, la lucha por el estandarte, por el monopolio de la fe continúa, quieren habilitar al mensajero oficial, dejando de lado el mensaje.

Hoy muchos hablan y enseñan, pero pocos viven un cristianismo genuino, muchos oidores, demasiados expositores, pero pocos hacedores (Stg. 1:22)

Lo anterior se dice con el único afán de llamar a la reflexión, se hace necesario dejar de lado las barreras denominacionales, barreras de coberturas, y cualquier cosa que nos separe, pues ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.

Claro que no se llama a una unidad ciega, tomando como cierto a todo aquél que se diga llamar cristiano; hoy más que nunca hay muchos que dicen Señor, Señor, pero no hacen la voluntad del Padre. Sus frutos no dan evidencia de un nuevo nacimiento. Por tanto, se requiere en todos y todas un discernimiento crítico, y un saludable “sospechómetro” ante toda enseñanza. La consigna e imperativo para nosotros es el mandamiento bíblico de “examinarlo todo” (1Tes 5:21), “para ver si estas cosas son así” (Hch 17:11). 

Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre. (Mt. 12:50)

No se trata de una postura: Soy de Pablo, de Apolos o de Pedro, sino de una vida transformada, de personas que hacen la voluntad del Padre. Caer en la tentación de tener un "sistema" como la verdad absoluta, sería caer en idolatría. La única verdad es Cristo.

Es necesario poner de nuestra parte para que se cumpla el deseo de Dios: Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. (Jn.17:21)

Para muchas personas resulta difícil respetar y amar a quien piensa diferente, pasan por alto la evidencia de tener una vida cristiana y juzgan por el sistema de creencias, y no por sus frutos; en muchas ocasiones se llega a agresiones verbales por el simple hecho de no tener la misma postura teológica. 

Uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres, (Ro. 14:2) otro hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días (Ro. 14:5). Cuestiones cómo estas, dividen y terminan separando por completo. La falta de unidad es notable, una persona puede creer que el don de sanidad aún existe en la actualidad, otro pensará que no es así, cuando la sanidad siempre es del Señor. 

El antídoto, como lo refiere el apóstol Pablo, se encuentra en el mismo capítulo 14: 

Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. (v. 1)
El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. (v. 3)
¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. (v. 4)
El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. (v. 6)
Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. (v. 13)

Desde luego que la doctrina sana es saludable, es lo que debemos desear: la leche espiritual no adulterada. 
La sana doctrina, es la enseñanza bíblica y adecuada de verdades teológicas, que llevan a la salud espiritual y a vidas transformadas tanto de los individuos como de la iglesia, pero no pensando tener el monopolio de ella. Por tanto se hace necesario retomar uno de los principios de la Reforma: 

«Ecclesia reformata semper reformanda (secundum verbum Dei).» Una Iglesia que es reformada siempre se está reformando (de acuerdo con la Palabra de Dios). 

Esta consigna expresa una realidad: los Reformadores no pretendían tener toda la verdad ni ser dueños de un sistema final de conceptos absolutos. Lutero era un "teólogo irregular" que nunca intentó formular un sistema. 

Calvino, por supuesto, articuló un sistema doctrinal, pero vivía revisándolo hasta nueve ediciones, alternando entre el latín y el francés. Algunos de los aportes más valiosos aparecen sólo en la novena edición. Si Calvino no hubiera muerto, sin duda hubiera producido una décima edición. 

Tillich define "el principio protestante", muy acertadamente, con la frase, "sólo Dios es absoluto". Karl Barth advierte contra la tentación de tener al "sistema" como la verdad absoluta, lo cual identifica como idolatría. 

Lamentablemente, en el siglo XVII, amenazados por el racionalismo escéptico de la época, la teología luterana y la calvinista cayeron en una rígida ortodoxia escolástica. 

Aunque hicieron algunos aportes, terminaron reduciendo su fe a un dogmatismo estéril.

Curiosamente, luteranos y calvinistas se acusaban mutuamente de ser herejes, cripto-católicos y otros insultos. 

El movimiento wesleyano puede verse en parte como una reacción contra esa "ortodoxia muerta" e hizo mucho para rescatar la salud del protestantismo. 

Sin embargo, a inicios del siglo XX, la ortodoxia dogmática se resucitó en los Estados Unidos en la forma del fundamentalismo norteamericano. 

En un sentido totalmente opuesto a la ortodoxia dogmática, en nuestro tiempo casi nada es seguro y todo es posible. Esto resulta ser el otro extremo, la cara opuesta de la moneda, lo cual tampoco es una postura saludable, ya que la nueva consigna parece ser, "ecclesia reformata semper DEFORMANDA". 

La intención de la "semper reformata" era la de corregir errores y SER CADA VEZ MÁS FIEL AL SEÑOR Y SU PALABRA, recibiendo al débil en la fe, y admitiendo puntos de vistas diferentes en cuestiones no fundamentales. Entendiendo que una sana enseñanza derriba por sí misma las doctrinas que no son correctas, que están enraizadas en un marco teológico defectuoso, en valores culturales específicos, o simplemente en no leer las Escrituras en su adecuado contexto histórico, bíblico y literario.

Hechos 18:24-28, relata ejemplarmente lo que implica el crecimiento en el Evangelio y la forma en que debe ocurrir: Apolos enseñaba diligentemente en Éfeso lo concerniente al Señor, AUNQUE solamente conocía el bautismo de Juan (v.25); ese “aunque”, implica que tenía un conocimiento incompleto, pero aún así su descripción era: “poderoso en las Escrituras” (v.24). 

Cuando otros que tenían el conocimiento completo (Priscila y Aquila) lo oyeron, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios (v.26).

El resultado derivó en que Apolos fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído en otras ciudades (v.27).

Apolos se dejó enseñar, no había orgullo ni autosuficiencia a pesar de ser poderoso en las Escrituras, no creía tener toda la verdad, fue potencializado respecto al conocimiento que ya tenía de las Escrituras.

Priscila y Aquila, no se sentían dueños de la verdad, no evidenciaron a Apolos, no lo censuraron por sólo hablar del bautismo de Juan, no fundaron otra comunidad con mayor revelación. ¿Suena Familiar? Al contrario, le compartieron con exactitud el camino de Dios, le animaron y Apolos siguió siendo usado poderosamente.

En Hechos 19:1-5, Pablo llega a Efeso, precisamente donde Apolos había enseñado, cuando encuentra a los discípulos de esa ciudad se da cuenta que sólo conocen el bautismo de Juan y se da cuenta que ni siquiera han oído si hay Espíritu Santo. Entonces les enseña y los bautiza en el nombre del Señor Jesús.

Los de Efeso, no lo acusaron de enseñar doctrina extraña (nunca habían escuchado del Espíritu Santo), tenían la misma actitud de dejarse instruir, crecieron en el conocimiento. Definitivamente examinaron todo y vieron que las cosas eran así por las Escrituras.

Pablo entendió que eran creyentes, ya que no les pregunta si son creyentes, les pregunta si recibieron el E.S. cuando creyeron. No despotrica contra Apolos, y eso se corrobora en otras cartas, cuando se refiere a Apolos. No los abandona a su suerte al ver que ya tenían cierto conocimiento, bajo el argumento que no son de su línea ministerial.

Los monopolios no permiten la mutua edificación, y la conducta es totalmente opuesta a lo que se refleja en los pasajes mencionados.

Desde el siglo pasado la iglesia vive de fiebre en fiebre, cambiando de modas religiosas como los estilos de zapatos (nuevos movimientos, nuevas revelaciones, evangelios falsos, doctrinas falsas, etc etc ad infinitum) y cada uno se encierra en "su movimiento", lo cual ha ocurrido durante siglos: desde aquella que alega tener más de dos mil años, pasando por las protestantes originadas en el siglo XVI, hasta las más contemporáneas. Pero muchas veces las reformas de hoy, no son para corregir errores sino de introducir nuevos errores; el objetivo pareciera no buscar mayor fidelidad a las Escrituras, sino mayor éxito, mayor fama o mayor dinero. En otras ocasiones se han quedado con las reformas de hace siglos, como si no fuera posible tener un mayor y mejor entendimiento de las Escrituras, las cuales nunca cambian, pero si dan mayor entendimiento respecto al andar cristiano.

Mi deseo pues, es que no nos dejemos llevar por cualquier viento de doctrina, siendo fácilmente engañados por las falsas enseñanzas de gente astuta, que para engañar emplean con astucia las artimañas del error; pero tampoco nos encerremos en una postura, que no permita continuar en el crecimiento de la Palabra, entendiendo que somos un cuerpo. Seamos hacedores y no sólo oidores, no permitamos que Cristo sea monopolizado por unos cuantos que por interés enseñan lo que les conviene o por temor se aferran a la seguridad de un conocimiento cierto que les impide seguir hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Cierto es que aún estamos lejos de esa unidad de la fe, de la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, por tanto, aún hay mucho por delante, no pretendamos haberlo alcanzado ya, ni que somos perfectos; sino que prosigamos, esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús nos alcanzó, prosigamos pues a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.



Con amor fraternal.

martes, 12 de enero de 2016

El Cristianómetro.

Los seres humanos tenemos la tendencia de intentar medir todo lo que se pueda medir, y aventurándome un poco, podría decir que la tendencia va hasta a lo que no se puede medir. Queremos conocer la altura, el éxito, la cantidad, el impacto, la utilidad, la profundidad, la extensión, el peso, la masa, la humedad, la inteligencia, el tamaño, la densidad, la grasa corporal, la temperatura, y un sin número de cosas más. Para ello se inventaron escalas de valores, medidas, grados, test, pruebas, exámenes, etc.
Así las cosas, tenemos test para conocer nuestra velocidad de lectura; la prueba para conocer tu nivel de conocimiento o habilidad en cierta área, ciencia, arte u oficio; la prueba del Coeficiente Intelectual o IQ test; se pretende determinar hasta el nivel de confianza de una persona, en base a un examen conocido entre las corporaciones de seguridad y otras dependencias gubernamentales como examen de control de confianza; etc.
Existen también instrumentos o aparatos como el sismógrafo, el polígrafo (conocido como detector de mentiras o máquina de la verdad), el barómetro, el termómetro, el manómetro, el pluviómetro, el cronómetro y muchos "nonometros" más...
Entonces la intención de medir, es tener conocimiento de todo aquello que puede cuantificarse de una manera fiable y válida; para tal fin se utiliza un proceso que consiste en comparar un patrón seleccionado con el objeto o fenómeno cuya magnitud se desea medir.
A manera de ejemplo: cuando se compra un kilogramo de azúcar, se tiene la certeza que se paga "x" suma de dinero por "x" cantidad de producto, esta confianza deriva de que el peso se puede cuantificar de una manera confiable y válida, utilizando un instrumento adecuado que tiene el patrón seleccionado: si el patrón es en gramos, deben ser 1000 gramos, si el patrón es en kilogramos debe ser igual a 1.
En esa vorágine de medición, las organizaciones religiosas también tienen sus propios sistemas o métodos: se miden por el número de feligreses (creyentes), por la majestuosidad o modernidad de sus edificios, por la cantidad de países en los que tiene adeptos, por la cantidad de seguidores  en redes sociales, el número de programas sociales o de beneficencia, el número de bautizados en el año, por sus finanzas, por la prosperidad económica de sus miembros, por la dimensión de su organización religiosa, etc.

Pero antes de continuar sería bueno preguntarnos ¿Qué estamos midiendo? ¿Qué pretendemos alcanzar? ¿Cuál es la finalidad de las iglesias? (entendidas como las personas que se congregan).

Un gimnasio puede tener las mejores instalaciones, la mayor cartera de socios, los aparatos más modernos, un área de nutrición especializada, socios de buena posición económica, etc, pero si no está siendo frecuentada por los socios de tal forma que provoque una buena condición física (no digamos generando Hulk´s), no estará cumpliendo su objetivo. Desde luego el dueño del establecimiento, seguirá manteniendo abierto el local al público, inmensamente feliz con los resultados, la gente se entretiene y socializa, está conforme con el servicio, pagan puntualmente y le resulta redituable, hasta piensa en ampliar las instalaciones y tiene una visión para reproducir el formato en otras ciudades, sin importarle en lo mínimo si sus socios tienen una buena condición física o no.

Espero la analogía anterior pueda ser medianamente adecuada; si una iglesia se mide por sus edificios, sus números o cualquier otra cosa natural, definitivamente se ha errado el camino. Lo único y verdaderamente importante es la vida espiritual de las personas, que sean personas nacidas de nuevo (Jn 3:3), la finalidad del culto, como ya se mencionó en un artículo anterior, es única y exclusivamente Dios, Él busca adoradores: Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. Jn. 4:23

¿Es malo entonces tener una iglesia numerosa? ¿Es una mala práctica tener edificios grandes? ¿Es incorrecto tener una organización establecida?

La respuesta es NO, no es malo ni incorrecto. Pero ni una de esas cosas es parámetro para conocer el estado de la iglesia hoy día. Desafortunadamente, eso es precisamente lo que se ha usado para suplir una verdadera vida cristiana.

Se suple una vida de oración por una vida religiosa.
Se suple cuidar el templo del E.S. por edificar y mejorar un edificio moderno.
Se suple un culto espiritual por uno que únicamente llene los sentidos y las emociones.

Al medir el "exito" o "eficacia" de la iglesia nos hemos desviado, iglesias no numerosas piensan que algo están haciendo mal, iglesias multitudinarias que piensan que van en el camino correcto y organizaciones mundiales que piensan que su estructura sólida da validez a su religión. 
Existe una anécdota que, independientemente de que haya ocurrido o no, contiene la esencia de la verdad. Cuando Francisco de Asís (1181 - 1226) estaba intentando conseguir la aprobación del Papa Inocencio III (1198 - 1216) para su apostolado de pobreza, se dice que tuvo lugar la siguiente escena:
Después de mostrarle a Francisco las riquezas amasadas por la Iglesia, el Papa Inocencio III le dijo: "Ya ves, la Iglesia ya no puede decir más: 'No tengo plata ni oro'"
A lo que Francisco replicó: "Cierto, y la Iglesia tampoco puede decir ya más: 'En el nombre de Jesucristo el Nazareno, levántate y anda;'" (Hechos 3:6).
Nunca antes la iglesia había logrado tanta influencia y poder sobre el mundo, fueron los más grandes tiempos para la iglesia como organización. No sólo sucedía que los cristianos ya no eran odiados, cazados, crucificados, echados a los leones, hervidos en aceite, o lo que fuera que los gobernantes Romanos pudieran haber maquinado cuando el cristianismo se encontraba en sus inicios, sino que además la iglesia se había convertido en un poder mundial.

Hoy día en muchas iglesias cristianas, se están convirtiendo en poderosas organizaciones, con mucho hacer: reuniones de crecimiento programado, cruzadas evangelísticas gigantescas, aviones privados para conquistar las naciones, adquisición de bienes inmuebles, seguimiento de raiting de audiencia de los programas televisivos, cruceros por las Bahamas con los más reconocidos líderes del momento, estableciendo bonos de participación, o decidiendo ser socio con beneficios exclusivos.

No es necesario ser vidente para saber a donde llevará todo ello, tarde que temprano se extraviarán en el camino, si no es que ya ha sucedido, perdiendo el sentido y la naturaleza de la presencia de Dios, perdiendo su relación con Él, quedando una organización vacía de su Espíritu. Debemos estar siempre alertas de no desviarnos en los medios, ni en resultados aparentes, que estos no acaparen la atención ni nos desvíen del propósito. Después de todo quienes estarán sorprendidos en aquel día no serán los incrédulos, sino los que creyendo estar respaldados y haciendo lo correcto nunca lo hicieron: 

"No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad."
(Mt. 7:21-23)

Los religiosos judíos se jactaban de tener el templo de Jerusalén, de ser hijos de Abraham, de tener la ley de Moisés, de tener a los profetas, de sus tradiciones, etc; pero lo importante no son las credenciales, ni los monumentos, ni la historia, sino hacer la voluntad del Padre. 

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al 
mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, 
los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene
del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. (1a. de Juan 2:15-17)

Descartemos darle importancia a cosas no son el parámetro o estándar para "medir" a una genuina iglesia cristiana. En el principio no se tenía nada de eso, por tanto con ello o sin ello, la iglesia sigue siendo la misma. Quien tenga una hypermegamacro iglesia, como quien no la tenga, se medirán a la plomada del Señor (Amós 7:7) y cada uno será pesado en balanza, y será hallado falto o aprobado (Dn. 5:27)

¿Entonces cual es el parámetro? 

Personas nacidas de nuevo, que hacen la voluntad del Padre, que muestran a Cristo en su vida diaria; Jesús sabía que era necesario conocer un estándar para distinguir lo falso de lo verdadero: ¡Por sus frutos los conoceréis! (Mt. 7:20)

Además de que resulta saludable, es necesario; después de todo si el niño tiene 12 años y pesa lo de un niño de 6 años algo no está bien y merece atención. Si alguien dice ir al gimnasio desde hace 5 años de manera constante, definitiva e inevitablemente tienen que haber resultados; caso contrario, o miente, o su rutina no ha sido correcta.

Por desgracia, durante mucho tiempo, ha sucedido algo que Mahatma Ghandi manifestó al decir: "Me gusta tu Cristo, no me gustan tus cristianos. Tus cristianos son tan diferentes a tu Cristo". 

Un cristiano verdadero, aquél que sigue las pisadas de su maestro, definitivamente tiene que evidenciar a Cristo en su vida; no se trata de un simple gusto o convicción intelectual, un cristiano verdadero ha sido transformado y ha pasado de vida a muerte (Jn. 5:24) por la fe en Cristo Jesús (Gal. 3:26), sabiendo que en Él no hay condenación, pues no se anda conforme a la carne sino conforme al Espíritu (Ro. 8:1) De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2a de Corintios 5:17)

Para terminar, además de no pasar desapercibido el hecho mencionado: que no debemos ni medirnos por medios externos y secundarios, tampoco debemos medirnos respecto a otros cristianos (aunque muchos lo apliquen en sentido inverso), "sino que cada uno examine su propia obra, y entonces tendrá motivo para gloriarse solamente con respecto a sí mismo, y no con respecto a otro" (Gal.6:4) hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Ef. 4:13).

Fraternalmente.


lunes, 4 de enero de 2016

El Horóscopo Cristiano



De manera directa o indirecta, la gran mayoría de nosotros nos estamos preguntando ¿cómo me irá en este nuevo año? No es necesario tener capacidades paranormales para saber eso, forma parte de nuestra naturaleza común el intentar prever cómo nos irá en cada etapa nueva que emprendemos.

Cada año, por estas fechas (final y principio de año), comienzan a proliferar  las revistas y calendarios con "predicciones" para todo aquel que quiere conocer lo que le depara el próximo año; "predicciones" que resultan ser tan generales y ambiguas que son aplicables para cualquiera que lea, de tal suerte que cuando algo bueno o malo ocurre en el transcurso de 365 días, puede encuadrar perfectamente a la descripción prevista, y precisamente eso, que algo bueno o algo malo ocurrió, es lo que valida la creencia de quienes desde principio de año buscaron el augurio del 2016. 

Dentro del ámbito religioso, hay una forma similar de querer conocer lo que el año que inicia nos depara, desde luego en una presentación "espiritual", generalmente se les llama “profecías” o “declaraciones proféticas para el año que viene“, las cuales suscitan una expectación generalizada. La mayoría de ellas son presagios halagüeños del tipo: “Este año será un año de conquista” o “Prepárate porque lo que vendrá sobre tu vida será glorioso” o “Este es el año de victoria para tus metas”… los cuales  provocan un alud de “me gusta” (likes), o un enfático: ¡Amén, lo recibo para mi vida! 

Antes de continuar, quiero hacer un paréntesis y ser preciso, me refiero a "profecías", así, entre comillas, porque me refiero a aquello que se presenta de una forma, bajo un concepto, pero no lo es; no me refiero ni al ministerio profético, ni al don de profecía ni a la palabra profética, sino a lo que se hace alusión en Jeremías 14:13-14

                   13 Y yo dije: !!Ah! !!Ah, Señor Jehová! He aquí que los profetas les dicen: No veréis espada, ni habrá hambre entre vosotros, sino que en este lugar os daré paz verdadera.

                 14 Me dijo entonces Jehová: Falsamente profetizan los profetas en mi nombre; no los envié, ni les mandé, ni les hablé; visión mentirosa, adivinación, vanidad y engaño de su corazón os profetizan.


Gabriel Llugdar, de editoriales de Diarios de Avivamientos, hace referencia una situación que ayuda a ilustrar perfectamente el punto en cuestión: 

                  Cuando eramos niños, con mis amigos solíamos comprar unos chicles (gomas de mascar) que traían un envoltorio que era un pequeño horóscopo, lo leíamos con avidez y nos preguntábamos unos a otros ¿que dice el tuyo?  Por supuesto se trataban de buenos presagios, estaba dirigido a niños así que eran cosas simpáticas, a nadie le tocaba uno que dijera “prepárate, este año te quedarás huérfano".

Al igual que Lludgar, creo que estas “declaraciones proféticas” actuales son lo mismo, son el envoltorio de un producto comercial, de un chicle con sabor a fruta que algunos líderes (pastores, profetas, apóstoles) ponen en la boca de las ovejas para que se entretengan masticando. Claro que al igual que los chicles, estas profecías son sabrosas durante algún tiempo pero no alimentan.

A veces me pregunto cómo harán estos ministros para explicarles durante el año siguiente a las hermanas que quedarán viudas, o  a cualquier hermano que pierda a un ser querido, o a los que se le diagnosticará una enfermedad grave, a quien pierda el trabajo, o en resumidas cuentas, quien padezca como Job a pesar de ser íntegro, eso que dijeron de: “este será tu año de bendición“… supongo, que así como los tarotistas o videntes se justifican afirmando que algún planeta se interpuso en la confluencia astral, ellos dirán que el demonio se interpuso, o la fe de las personas no fue lo suficientemente fuerte como para recibir los decretos de éxito que se proclamaron o que esa promesa no era para ellos, (pero desde luego que en su proclama original la hicieron al público en general).

Ya sabemos que cuantas más personas lean un horóscopo más posibilidades existen de acertar, así que seguramente a alguien de la iglesia el año que viene le aumentarán el sueldo, comprará un coche nuevo, cambiará de casa o le irá bien en los negocios; estos serán los que pasen al frente a dar testimonio y a confirmar que “el decreto profético para ese año fue veraz“. Los demás: las viudas, enfermos, los que se quedaron sin empleo, los que pasaron por angustia o estrechez, se quedarán quietecitos en sus asientos escuchando los maravillosos testimonios de prosperidad, con muchos interrogantes acerca de la bondad de Dios, confundidos o con sentimientos de culpa; pero aplaudiendo con el resto para no quedar como envidiosos.  

Para tranquilidad de todos, el título sólo es mera referencia, no existe la intención de patentar un horóscopo cristiano; pero sí se hace necesario reflexionar en 2a de Pedro 1:19

                   "Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;"


Si quieres conocer lo que el Señor tiene preparado para ti, no existe palabra profética más segura que la Escritura, es necesario entrar a la comunión íntima con Él por medio de la oración y la meditación de su Palabra, pasa  mucho tiempo a solas con Dios y no estarás solo en este año que viene, conocerás la voluntad del Padre y ya no tendrás temor de lo que vivas hoy o en un futuro, porque ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro; seremos más que vencedores en medio de tribulación, de la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, o la espada; sabremos vivir humildemente, o tener abundancia; sabremos estar enseñados en todo y por todo, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad; sabremos que nuestro Dios a quien servimos puede librarnos de padecer la prueba; o si en su libre y soberana voluntad decidiera no hacerlo, seguiremos confiando en nuestro Dios. 

No sé lo que Dios deparará para tu vida, pero si puedo exhortarte a que no corras de un lado para el otro buscando que alguien te profetice o te decrete bendición; corre a los pies de tu Maestro divino para estar en su secreto y conocer su voluntad.

Tal vez no sepas de antemano lo que Él hará, pero al estar de continuo en su secreto y en profunda comunión y devoción,  tendrás la certeza que de que te estará guiando cuando Él haga algo, aunque te toque andar por un valle de sombra y de muerte, sabiendo perfectamente que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.

Alguno podrá decir “en Amós dice que Dios habla a los profetas, así que hay que buscar un profeta”… Pero en ese mismo libro de Amós, cuando uno de los sacerdotes principales de Israel le reprende por profetizar, él responde:

Amós 7:14-15a  Amós le respondió a Amasías: —Yo no soy profeta ni hijo de profeta, sino que cuido ovejas y cultivo higueras. Pero el Señor me sacó de detrás del rebaño y me dijo…

Aunque estés detrás del rebaño, aunque seas el más pequeñito de todos, puedes ser sensible a la voz de Dios, y oír lo que ni aún los “sacerdotes principales” ni los del "linaje de profetas" son capaces de escuchar.

Entonces ¿Porqué buscas escuchar por boca de otros lo que el Señor quiere para tu vida, cuando Él mismo está dispuesto a decírtelo? 

En 2a de Reyes capítulo 2, nos dice que Eliseo ya sabía que Elías iba a ser quitado, los hijos de los profetas solo se lo confirmaron:

               "¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Él respondió: Sí, yo lo sé; callad."

Aún más, sabía que ya no vería a Elías una vez que fue arrebatado, algo que los hijos de los profetas desconocían:
            
                "Y dijeron: He aquí hay con tus siervos cincuenta varones fuertes; vayan ahora y busquen a tu señor; quizá lo ha levantado el Espíritu de Jehová, y lo ha echado en algún monte o en algún valle. Y él les dijo: No enviéis."

¿Recuerdas que pasó en la última cena del Señor?

Si estás recostado cerca del pecho de Jesús te será más fácil preguntarle, y Él te responderá. No seas como Pedro haciendo señas a otros, acércate a su pecho y pregunta por ti mismo. El Señor no grita sus secretos, los dice al oído de aquellos que le son cercanos; cuanto más te acerques a Él más clara será su voz. 

Oración y meditación en la Escritura, no es una fórmula nueva, mágica o sobrenatural, pero ellas nos permitirán conocer su voluntad, y ese es mi deseo para este 2016.


Fraternalmente.



Basado en una reflexión de Gabriel Edgardo Llugdar. Editoriales Diarios de Avivamientos